Los emblemas de la realidad
Antonio Slepak
Artista singular dentro de la escena uruguaya, Antonio Slepak formó parte de la heterogénea generación de los años sesenta, marcada por búsquedas radicales y diversas. Su trabajo condensó las estéticas en auge —nueva figuración, abstracción óptica y arte pop— al mismo tiempo que desdibujó los límites entre dibujo y pintura, abstracción y figuración, incorporando recursos de la poesía visual y la estética publicitaria.
Tras un inicio prometedor en salones y exposiciones, su nombre fue relegado durante la dictadura, aunque nunca dejó de producir. Su obra, inclasificable y rigurosa, se mantuvo fiel a un compromiso vital con el arte, escapando a las categorías tradicionales.
La exposición Los emblemas de la realidad reúne dos décadas fundamentales (1965–1985), donde Slepak experimentó con gran originalidad, proyectando un universo de formas, signos y símbolos únicos en el panorama latinoamericano. Obras que, además de reflejar la realidad contingente del país, revelan huellas íntimas: sus viajes, su interés por la ciencia y su fascinación por el barroco hispánico.
Fragmento del texto curatorial de Manuel Neves
Antonio José Slepak Gómez (Montevideo, 1939 – 2016) fue un artista uruguayo cuya obra, rigurosa y singular, se desarrolló en paralelo a su vida profesional en ANCAP.
Hijo de inmigrantes europeos, cursó estudios en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA) y siguió la orientación de Ingeniería en la Universidad de la República, donde adquirió una sólida formación en dibujo técnico, conocimiento que marcaría para siempre su producción visual. Aunque no completó la carrera, esa precisión científica y meticulosa se tradujo en un lenguaje plástico propio.
Sin formación académica en Bellas Artes, Slepak construyó su camino de manera autodidacta, motivado por el ambiente educativo y cultural de Montevideo de mediados del siglo XX. Desde sus primeros años mostró inclinación por el dibujo y la pintura, alentado por su entorno familiar.
Su obra participó en salones y exposiciones en Uruguay y el exterior, y fue reconocida por críticos y colegas. Sin embargo, tras la instauración de la dictadura en 1973, se alejó de la escena oficial, manteniendo un desarrollo artístico personal y constante, aunque en gran medida relegado.
Hasta su fallecimiento, nunca dejó de producir, consolidando un corpus que integra rigor técnico, capas de sentido y una mirada única sobre la abstracción y la figuración en el arte latinoamericano.
