Curaduría: Gustavo Buntinx

Alice Wagner: Mantos y otros fantasmas

5 de enero al 14 de febrero 2021
MUCEN Museo Central
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Mantos y otros fantasmas

El sentido radical de esta exposición podría resumirse en el mínimo pero decisivo juego ortográfico de su propio título. Casi un desliz, que sin embargo revela toda la ambigüedad ––la ambivalencia–– acechante tras la apariencia banal de ciertas iconografías raigales desperdigadas en objetos modernos de usos cotidianos, utilitarios, incluso “vulgares”.

Como las frazadas populares, bajo cuya decoración rutinaria ALICE WAGNER ha sabido percibir un imaginario inquietante de latencias ancestrales. Mantas ordinarias que inconscientemente añoran la función ritual de los antiguos mantos funerarios. Aquellos textiles, con frecuencia espléndidos, que envolvían al muerto para arroparlo y acompañarlo en sus tránsitos hacia formas renovadas de existencia.

Un mallki: esa crucial categoría quechua que condensa los sentidos aparentemente encontrados de cadáver y feto y semilla.

Una sacralidad ahora rota, derrotada por nuestra modernidad profana. O profanada. Sin embargo, algo de esa densidad perdida sobrevive en el ansia de sobresimbolización ornamental que aflora en la erizada piel de estas frazadas. Así telúricamente lo sugiere Wagner al reintepretar como cerámica rota las actuales iconografías textiles del TIGRE, la vicuña, el CÓNDOR… También, por cierto, la del “damero” prehispánico. Y la del ominoso “tumi” vinculado a la cultura Chimú: el cuchillo ritual que el turismo y la decoración incorporan de las maneras más banales a la cultura de masas. Desde la que, no obstante, sus insinuaciones sacrificiales infiltran ––y PERTURBAN–– nuestra cotidianeidad trivial.

Al igual que en los guardafangos, podríamos atisbar en esas representaciones populares una suerte de umbral simbólico: la transición, quizás, entre la imagen campesina y la nueva cultura de masas que incorpora al migrante.

Un devenir confuso en el que se prolonga, hecho pedazos, alguna ensoñación atávica. Como un totemismo residual.

La sobrevida dislocada de una psique anterior. Con la intensidad adicional de otros restos míticos connotados por la materialidad misma de esas cobijas: esa “ropa de cama y sobre todo la de abrigo” que, convertida en verbo, significa también “dar refugio, guarecer”, “amparar a alguien, dándole afecto y protección”. Sin saber sabiendo, el diccionario de la Real Academia Española alude así a ciertas definiciones primordiales del arte ensayadas en el pensamiento alemán por Martin Heidegger. Asociadas, además, a varias de sus categorías filosóficas mayores: el Dasein, el Wohnen, el Sorge.

El existir, el habitar, el cuidar.

Condiciones esenciales del Ser en que el arte ejerce ––ejercía–– una función crítica. Dar morada y albergue.

Una función cardinal hoy rota y dispersa. Como en la crisis sacrificial, teorizada por el antropólogo francés René Girard, que hoy se proyecta sobre la violencia de los tiempos. Como estas obras sesgada, quizá inconscientemente, evidencian.

Tal vez en esa intuición se defina uno de los aspectos distintivos de la propuesta de Wagner: su trabajo reconoce los asomos anteriores de la frazada popular en el quehacer de otros artífices peruanos actuales, pero al mismo tiempo somete ese homenaje a las evidencias físicas de un trauma.

En su condición de deliberada fractura, las piezas aquí principales no ilustran sino incorporan la gran ruptura contemporánea. Del MITO, del RITO, del propio SENTIDO. Del sentir, casi. Pero lo hace en clave incisivamente local y actual ––postandina, digamos–– y por ello mismo esencialmente universal.

Primordial, en el momento preciso en que esa categoría trastabillea.

Pero además se transmuta: lo que estos Mantos esencialmente proponen es la transubstanciación de la tela en barro. Una materialidad antigua y nueva aquí valorada también por su fragilidad.

Cada una de las piezas centrales exhibe las rupturas inevitables durante ese tránsito forzado de volúmenes y técnicas. Y cada uno de esos quiebres exalta las huellas de su reparación. Siempre insuficiente, y por ello mismo tanto más expresiva.

Un quiebre asimismo para la propia condición humana.
Que agoniza.
También en términos históricos.
Que Wagner redime en términos poéticos.
Pero no menos POLÍTICOS por ello.
Y ESPIRITUALES.

[ English version ]


Mantos

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Manto I

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
222 x 179 cm


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Manto II

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
180 x 229 cm


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Manto III

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
232 x 189 cm


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Manto IV

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
189 x 148 cm


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Manto V

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
133 x 168 cm


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Manto VI

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
17 x 190 cm


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Manto VII

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
232 x 189 cm


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Manto VIII

2019-2020
Arcilla cocida y yeso con pigmentos de color
217 x 149


Otros fantasmas

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Fantasmas

2019-2020
Cerámica
Medidas variables


Alice Wagner. Estudió en la escuela de arte Corriente Alterna de donde egresó con la medalla de oro y plata de su promoción. Es bachiller en artes plásticas a través del programa de bachillerato complementario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En el año 2005 recibió la beca de la Pollock-Krasner Foundation (Nueva York). Entre el 2004 y el 2017 ha realizado diez muestras individuales, entre las más recientes se encuentran: “Comunidades imaginadas” (Galería Lucía de la Puente, Lima, 2011), “Land-scaping” (Galería Lucía de la Puente, Lima, 2013), “Covers” (Space Gaia, Ginebra, 2014), “Deshielo” (Sala Luis Miró Quesada Garland, Lima, 2014), y Bases (Sala 770, Lima, 2017). En 2018 obtuvo el Primer premio del Concurso Nacional de Pintura del Banco Central de Reserva del Perú. Vive y trabaja en Lima.

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