VEROVCHA I INTERSIENDO

INTERSIENDO

En este tiempo al que llamamos antropoceno los seres humanos nos hemos visto forzados a tomar conciencia que existimos entrelazados con todo lo que existe en el universo. Reconocernos atrapados en una red de dependencia ineludible ha implicado –nada más ni nada menos– que cuestionar las bases sobre las que se construyó el conocimiento en la civilización occidental. En efecto, el “mito de la separabilidad” –que justificó la explotación desenfrenada de la naturaleza– aún es dominante en las representaciones filosóficas y del sentido común moderno, revelando que precisamos con urgencia encontrar imágenes y palabras que den cuenta de la profunda imbricación de la vida en el planeta.

En Intersiendo, la primera individual de Verovcha en la Galería Del Paseo, la artista propone una abstracción especulativa de cómo se vería la fuerza invisible que está detrás de toda la vida en la tierra, aquella que da fundamento a nuestro ser en común. Graduada en la especialidad de Dibujo y Sostenibilidad del Pratt Institute (Nueva York), Verovcha ha desarrollado un lenguaje formal distintivo, a partir de un trabajo manual y meticuloso, en piezas con reminiscencias totémicas. Con estructura modular y generalmente alargada, sus obras están hechas a base de materiales como el lienzo, el lino y el papel artesanal, sobre los que la artista superpone capas de pasteles, acrílicos y lanas hasta darles una apariencia somática.

El trabajo de Verovcha está influenciado por la filosofía oriental, la cosmovisión andina y la contracultura de la década de 1960, impregnada de la psicodelia, central a la crítica al racionalismo occidental. Siguiendo los principios del pensamiento tántrico –que concibe al cuerpo humano como una vía de acceso a un conocimiento trascendental del universo– la representación de un organismo en estado de interconexión con su entorno se ha vuelto una exploración recurrente en su trabajo. No obstante, la artista rehúye a cualquier figuración realista. En sus manos, las formas orgánicas se sintetizan y se convierten en diagramas de posibles metabolismos o sistemas de captación de energía. En este proceso, que puede describirse como un tránsito hacia la abstracción, la combinación de colores encendidos y profundos –verdes y naranjas eléctricos, azules y morados celestiales, así como el rosa pálido y el rojo sangre– le permite generar vibraciones e intensos contrastes entre vistas que confunden lo microscópico y lo cósmico al interior de cada pieza.

La pareja Estela vertebral I y II (2023) y Néctar esencial (2023) nos invitan a considerar nuestra existencia al interior de un entramado cósmico. En las piezas prevalecen geometrías que remiten a la estructura escalonada de la espina dorsal en colores como el verde y el azul, que en diversas tradiciones espirituales representan el ascenso a un estado superior de conciencia. Por otro lado, Semilla sideral (2023) juega con la idea de que una sola información biológica entreteje todo el universo. La pieza bien podría estar inspirada en la “panspermia”, una teoría científica que sugiere que los microorganismos fueron transportados de un planeta a otro por asteroides, cometas o partículas interestelares y que, por tanto, serían la “semilla” del origen de la vida en el cosmos. En Semilla sideral, Verovcha, lleva al extremo la naturaleza modular de su obra, superponiendo capas hasta lograr una forma similar a la chakana andina, a la que ata trenzas en sus bordes afianzando la idea del entrelazamiento de la vida.

La obra de Verovcha abarca una experimentación con lenguajes que simbolizan la fecundidad en el cuerpo y la naturaleza. Interesada en expresar la interconectividad del arte con la vida, la artista dibuja múltiples variaciones de órganos reproductivos en interacción con formas geométricas asociadas a lo sagrado. Así, no es extraño encontrar en una sola pieza distintas versiones de la mandorla, el yoni, la deidad de la fertilidad o alusiones a los pétalos, óvulos, pistilos y otras partes del sistema reproductor de las flores. Farol floral (2022) y Cuerpo prendido I (2023) son claros ejemplos de estas indagaciones. En estas obras, Verovcha recrea formas ovoides y espirales que irradian rayos luminosos y nos recuerdan la resistencia de la vida, aún cuando está en estado germinal. Ascendente V (2023), de otro lado, es parte de una serie más grande en la que la artista reflexiona sobre la continuidad del legado de sus ancestros. Si bien no hay una respuesta certera a la pregunta, Verovcha interpreta el diálogo intergeneracional como una descarga de información ascendente entre recipientes o vasijas que absorben y emanan luz en ciclos sin principio ni término específico.

El impulso a celebrar y llamar a la abundancia de la tierra con el uso de colores brillantes –así como a través del adorno con hilos, lanas y trenzas– atraviesa la práctica de Verovcha y tiene una inflexión cusqueña. Desde el 2019 la artista reside en el Cusco, donde fundó Kutichi, un proyecto de ropa de hogar que explora las posibilidades del textil andino de devolver la naturaleza a nuestras casas. La práctica de la tejeduría en los Andes, de la que la artista es admiradora, se basa en un reconocimiento de la cocreación entre los humanos y la pachamama; relación de reciprocidad que se refleja en cada una de sus etapas: desde la recolección de la fibra, pasando por el teñido, hasta la elección de los diseños, muchos de los cuales representan la tierra como un ser vivo, con agencia y voluntad.

Tectónica luminosa (2022) ofrece un portal de apertura hacia la cosmovisión andina. Su forma cuadrada alude a la unkuña, paño ritual en el que se colocan hojas de coca antes de iniciar una faena de trabajo comunitario. En la representación de Verovcha, este ritual que abre el trabajo en comunidad, se vuelve una fuente de luz y agradecimiento, haciendo un llamado a tender y compartir. Por último, Matriz continuo (2023) es una instalación que genera un diálogo entre Kutichi y la serie Matriz tierra (2017 - presente). Las Matrices tierra son inscripciones evanescentes que la artista ensaya sobre el suelo. A diferencia del trabajo de agricultura, las matrices no tienen un objetivo final. Su forma almendrada es un guiño a la fertilidad y se logra con el reordenamiento de elementos naturales –piedras, hojas, flores y barro– característicos del lugar. Sugiriendo un reencuentro con la naturaleza, Matriz Continuo (2023) incluye doce fotos que registran las matrices en espacios geográficos tan disímiles como Auvernia (Francia), Brooklyn (Nueva York), Calca (Cusco), Cerrillos (Nuevo México), entre otros, colocadas en círculo e incrustadas a papas con una aguja sobre un textil de Kutichi.

Intersiendo responde al deseo de Verovcha de desmantelar el “mito de la separación” y cultivar las estructuras de una nueva historia: la del interser. A través de la geometría y simbolismos que remiten a tradiciones espirituales animistas en las que se reverencia lo sagrado en la naturaleza, la artista nos invita a reconocer nuestra interconexión con una comunidad de vida más grande. Sus obras resplandecientes, somáticas y crestadas, comparten un aura hipnótica y casi como objetos místicos nos inspiran comunión más que interpretación. 

Florencia Portocarrero

Junio 2023

VEROVCHA (Lima, 1994)

Estudió dibujo en Pratt Institute, Brooklyn, NY. En 2019 participó en las muestras colectivas: Sorry not Sorry en el CCPUCP y en Abrir el Horizonte en el ICPNA San Miguel. El 2020 fundó Kutichi: un estudio de diseño basado en la tejeduría andina y prácticas de tintorería natural. En ese mismo año, presentó la muestra Espacio Respira en PaseoLab. En el 2021 formó parte del proyecto textil colaborativo: Ser Pallay, en Cusco, proyecto que luego viajó a Lima en 2023 para ser expuesto y publicado con el ICPNA. La obra de Verovcha ha estado en diversas ferias de artes nacionales como internacionales y ha sido premiada como mejor artista femenina en SWAB 2022. Actualmente, la artista continúa abriendo diálogos junto a artistas tejedores del Cusco expandiendo su práctica y vocabulario como artista.